Desde que Don Evo inauguró su segundo mandato, algunos comentaristas hablaron de la “inflexión” política que parecía registrarse en el país. No faltaron quienes se forjaran esperanzas de cambio en el cambio, tal como el Presidente quiso dejar entender en su idílico mensaje del 6 de agosto, desde Santa Cruz de la Sierra: basta de narcotráfico y de contrabando, promover la inversión y castigo severo a los corrompidos del MAS. Han pasado los días y la referida inflexión se va manifestando de distintas maneras.
El narcotráfico se está enseñoreando de distintas capas sociales del país y se ha vuelto más violento, bajo el aprendizaje de avezados expertos colombianos y venezolanos. El Presidente ha dispuesto que las FFAA tomen parte activa en combatir el narcotráfico. Bien. Pero, como siempre se ha dicho, y tenemos el mal ejemplo de México, involucrar a los militares en ese empeño es ponerles al borde de la más temible corrupción. Ésta no es una razón valedera, pero las cosas son así de estúpidas.
El contrabando, hermano gemelo del narcotráfico, alcanzó dimensiones de nivel nacional. Por falta de una industria nacional que proporcione abundante empleo, cientos de miles de familias tienen que vivir del comercio, pero del comercio de productos importados de contrabando. El Gobierno sancionó una ley contra esta actividad delictiva, pero es tan draconiana que se hace prácticamente inaplicable y ha levantado protestas multitudinarias en todo el país que ponen al Gobierno frente a un amplio sector fácilmente dispuesto a perturbar del orden público.
Entre los casos conflictivos se registra el de Potosí que ha llegado a extremos salvajes. Los promotores del paro total han demostrado su extrema cerrilidad y el Gobierno su conocida incapacidad para negociar. Don Evo, quien con su carisma pudo haber resuelto el conflicto, voló a otros paisajes más apacibles. Y los ministros del cambio optaron por más de 12 días por la actitud liberal por excelencia: dejar hacer, dejar pasar. Lo mismo que ocurrió el mes pasado en los ayllus de Uncía: cuatro policías asesinados.
La inflexión que hemos citado más arriba podría ser la “revolución moral” que dice haber emprendido el MAS contra algunos personajes del partido que incurrieron en escándalos, o en delitos, cosa que los inculpados se esfuerzan en negar. La condena de los corruptos sanea la sociedad, pero la política persecutoria del adversario que está practicando el Gobierno crea un malsano e injusto ambiente de temor en la población.
Otra inflexión sería la proguerrillera. Creo no equivocarme. Las FFAA de la Nación entrenan a grupos civiles armados. ¿Para cuál guerra? No nos hagamos ilusiones. No estamos frente a un grupo de boy scouts. Hemos visto a los llamados Ponchos Rojos desfilar, bajo la bandera pluricolor y ajedrezada que el propio Gobierno ha consignado a las naciones originarias altiplánicas y que es rechazada en el resto del país. Escuchamos discursos que tergiversan la historia nacional y que hacen temer una demencial reedición del llamado Ejército Guerrillero Túpac Katari. Dada la tendencia de mimetismo a todo lo que hace Hugo Chávez, podría temerse que esos grupos formaran la milicia armada personal a disposición personal del Señor Presidente. Preocupante.
José Gramunt
es sacerdote jesuita y director de ANF.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
todo comentario es bien venido evitando eso sí palabras vulgares o insultos indecentes. exponer ideas e ideales.