Haciendo gala de la soberbia y odio que son el sello de este Gobierno, el ministro de la Presidencia, Oscar Coca, dijo que la huelga que paralizó e incomunicó a Potosí durante 19 días fue “un falso conflicto” que apenas representó “alguna monedita”.
Si fuera tan mentiroso como los ministros durante el dilatado conflicto, diría que esas declaraciones fueron recibidas con indiferencia en Potosí pero la verdad es otra. Causó dolor el comprobar que, pese a que el pueblo potosino depuso las armas, el Gobierno mantenga una actitud indolente y de confrontación.
Sin embargo, si el Gobierno opta por la revancha —como también es su característica—, Potosí no seguirá ese mismo camino.
Para empezar, el anuncio aquel de que no se recibiría al presidente Evo Morales para los festejos del 10 de noviembre fue inmediatamente corregido por el líder cívico Celestino Condori, quien recordó que nadie le puede prohibir a un boliviano que visite algún lugar del país y menos al Jefe de Estado.
Ahora bien, lo de la “monedita” abrió la brecha de un debate sobre el contenido del discurso gubernamental. ¿Cómo puedes interpretar a un Gobierno que dice que el pollo de granja causa desviaciones en el ser de los hombres y después jura y perjura que no se refirió a los homosexuales?
A menos que la administración de Evo Morales sea una sarta de mentiras, que parten de los discursos del presidente, vicepresidente y ministros, hay que leer su contenido tomando en cuenta el contexto. Así, encontraremos que, cuando habla de hacer justicia, lo que el Gobierno quiere decir es que liquidará a sus opositores y los hará desaparecer al estilo de José Ballivián; es decir, “como las nubes cuando las bate el viento”.
En el caso de la “monedita” de Coca, yo me resisto a creer que el ministro de la Presidencia se haya referido, en diminutivo, a la unidad monetaria de nuestro país. Como la cuestión es interpretar cada quien a su antojo, los potosinos podríamos decir que “monedita” es una forma cariñosa de referirse a la Casa de Moneda y, de ser así, el conflicto debió importarle mucho al Gobierno porque este monumental edificio es una de las más valiosas joyas de nuestra región.
Y es que, si de monedas se trata, las interpretaciones también son diversas. Así, el apellido del ministro, Coca, bien puede ser traducido como “moneda” si se toma en cuenta que la famosa hoja fue utilizada como tal en los primeros años de la conquista.
La historia de la moneda se remonta hasta el Siglo VII a.C. así que las piezas metálicas con valor cambiario ya eran bien conocidas en tiempos de Jesús. Son famosas las 30 monedas que Judas Iscariote recibió de los fariseos para traicionar al Mesías.
Entonces, como ahora, una moneda no era simplemente una moneda. No sólo circulaban monedas romanas sino también griegas, judías y hasta egipcias. Por eso es que en el Nuevo Testamento podemos encontrar dracmas, didracmas, estateros, óbolos, calcos, leptones, sextercios, dipondios, ases, semis y cuadrantes que tenían diversos valores y equivalencias. La moneda más común era el denario, una moneda de plata que era el equivalente al jornal de un obrero y fue, probablemente, la utilizada para pagarle a Judas. Se dice que se le pagó 30 monedas de plata porque eso era lo que costaba un esclavo. Se estima que esa suma representaría unos 50.000 dólares en nuestros días.
Aunque el Gobierno es ateo y no le da valor a la Biblia, sí utiliza el simbolismo como una estrategia más de su “proceso de cambio”. ¿Qué habrá querido decir el ministro Moneda… perdón… el ministro Coca al mencionar la “monedita”?
Si quiso minimizar el movimiento potosino y continúan las agresiones, se arriesga a que se le pague con la misma moneda.