Ayer sábado dos aviones Hércules C-130 transportaron desde Miami a territorio español las 17 toneladas de monedas (595.000 monedas de oro y plata) que constituyen el llamado tesoro de la fragata La Mercedes, que se hundió el 5 de octubre de 1804 frente a la costa del Algarve (Portugal) tras ser volada por la flota inglesa, que se encontraba en plena guerra para impedir que Napoleón Bonaparte y los españoles invadan Gran Bretaña. Con el hundimiento de esta fragata española, el mar ocultó las monedas y otros valiosos artículos, hasta que en mayo de 2007 la compañía estadounidense Odyssey anunciaba el hallazgo del tesoro y los restos de la zozobra. Inmediatamente, el Ministerio de Cultura del Reino de España inició un largo proceso judicial que ha concluido con la consolidación del derecho propietario español sobre las monedas avaluadas en 500 millones de dólares, convirtiéndose en el tesoro de naufragio más valioso de la historia.
“Hoy finaliza un viaje que se inició hace 200 años... se completa la misión de La Mercedes. Si los marineros no pudieron llegar a su destino al menos sí lo va a poder hacer la carga... Hoy recuperamos un legado histórico y no un tesoro. Esto no es dinero, es nuestra historia”, dijo el embajador de España en EEUU, Jorge Dezcallar. Esta declaración tiene lógica desde la perspectiva imperial española, al extremo que ha logrado nublar el pedido público que hicieron varios intelectuales bolivianos para exigir una reparación histórica bajo la presunción de que las monedas de plata del tesoro de La Mercedes fueron fundidas y acuñadas en la Villa Imperial de Potosí, con metales extraídos del Cerro Rico y por indígenas esclavizados. Pero lo que ha extrañado es que hasta ahora el Gobierno boliviano no ha emitido opinión alguna y menos siquiera ha armonizado su discurso “descolonizador” con las acciones que debió haber emprendido para solicitar una reparación moral y borrar las pisadas de la ocupación española.
Con esta actitud negligente, el discurso descolonizador del partido de Gobierno ha quedado simplemente como una tira socarrona inscrita en la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia. Más ridículo aún este discurso cuando se supo que el Gobierno del Perú había demandado formalmente la propiedad histórica del oro y la plata de La Mercedes porque dice que fueron extraídos, refinados y acuñados en ese país, además de pedir de vuelta el tesoro e impedir que llegue a territorio español. Este conflicto de intereses sobre las 17 toneladas de metales preciosos debió haber sido aprovechado por el Gobierno de Bolivia para irradiar su discurso anticolonialista y antiimperialista contra viento y marea, pero ha zozobrado en el intento para cuestionar claramente dónde y cómo fue obtenido ese tesoro y con el esfuerzo de quiénes.
Este acto absolutamente indiferente refleja la inutilidad del Consejo Nacional de Defensa y Representación Legal Internacional del Estado boliviano y la entorpecida legación que ejercen nuestros diplomáticos respecto de los altos intereses nacionales. Parece que en la actualidad los que gobiernan en Bolivia se sienten compensados con la cooperación española y con alguna que otra comilona al estilo capitalista, que corra por cuenta de la transnacional petrolera hispana y que sirva para celebrar, por ejemplo, un aniversario más del ALBA, como alianza antiimperialista. Todo esto es tan contradictorio y absurdo que bien puede terminar enalteciendo a la actual Corona Española y dejar en el olvido el agotamiento y la sangre de los mitayos que trabajaron durante siglos en los socavones coloniales del Cerro Rico. ¿Descolonización? ¿Dónde y cuándo?
El autor es abogado | fojascero@gmail.com
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