La huelga de Potosí y los efectos para la gente
Una de las huelgas más duras que se han realizado durante los últimos años es la que dirigentes cívicos, sociales, laborales y el pueblo mismo de Potosí está llevando adelante y que incluye el bloqueo de caminos mediante la acción de los transportistas.
Entre las medidas de presión que en determinados momentos disponen las regiones o grupos ciudadanos está esa especie de protesta generalizada que incluye marchas y manifestaciones, huelgas de hambre, el paro cívico y el bloqueo de caminos, es decir, que todas estas extremas medidas confluyen en Potosí que reclama entre sus principales peticiones, la solución a un conflicto limítrofe con el departamento de Oruro y donde se encuentran yacimientos de piedra caliza para la fabricación de cemento y terrenos aptos para el cultivo de quinua.
La huelga y los bloqueos en Potosí han ingresado ayer al décimo tercer día, situación que está agudizando la desesperación de los ciudadanos que pese a la falta de alimentos y al estado de convulsión social, que es propio de este ambiente de protesta, persisten en las medidas extremas.
La huelga de Potosí puede tener justificados reclamos, pero como habíamos sostenido en este mismo espacio hace algunos días, cuando se trata de un diferendo de límites las soluciones no aparecen de la noche a la mañana, porque se trata de generar condiciones adecuadas para la verificación de documentos, de datos históricos y de otras fuentes de conocimiento que demuestren la validez de los reclamos. Sin embargo, lo que no se puede aceptar bajo ningún punto de vista es que un conflicto se prolongue sin mostrar mínimas expresiones de voluntad para ingresar al plano de la negociación y del diálogo. Y esto es lo que está sucediendo en el problema de Potosí, donde las partes antagónicas se han atrincherado en sus propias posiciones, sin dejar paso al diálogo o al acercamiento. Los dirigentes cívicos que esgrimen el hecho de ser una región tradicionalmente olvidada por todos los gobiernos, hoy desconfían de cualquier propuesta oficialista y por ello mismo consideran que este es el momento de expresar su fortaleza institucional y cívica. Por su parte el Gobierno sigue en una postura en la cual sostiene que no puede dialogar bajo presiones y medidas de hecho y menos aún que ministros o el Presidente asistan a Potosí para una eventual reunión porque no existen las condiciones de seguridad.
Mientras las posiciones parecen no ceder ni un milímetro en la búsqueda de las soluciones el conflicto se profundiza y crece. De las medidas de hecho en Potosí, como la huelga de hambre, se instalan otros grupos en La Paz y en el interior del país. Algunos vestigios de acercamiento entre dirigentes potosinos y el Gobierno que se habían dado este último fin de semana han quedado en nada, mientras la Iglesia católica y el Defensor del Pueblo han exhortado al Gobierno iniciar el diálogo con los dirigentes cívicos de Potosí y resolver el conflicto.
No se puede desconocer que este problema parte de peticiones concretas, pero tiene que ver con la aplicación de las autonomías, lo que de algún modo está reproduciendo un antiguo e histórico pedido potosino del federalismo que de hecho no está reconocido como figura política y administrativa en la Constitución Política del Estado.
Siendo como se ha dicho que los conflictos de límites son complicados en su análisis y solución, por ello mismo requieren el tratamiento oportuno, porque tienden a generalizarse dentro de la misma región. Y esto puede representar otro acápite de mayor preocupación cuando los ayllus del norte potosino expresan su deseo de ser departamentos independientes.
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