Operado en la clínica americana de Obrajes, trabé relación porque me lo pusieron en la misma habitación con don José María que recuperándose de una cirugía menor tuvo tiempo y la paciencia para relatarme el porqué de su entonces honroso título de "Rey de la Coca". Mostrándome un reluciente collar formado por pepitas de oro de distintos tamaños, puso interés en una de ellas, "esta es la pepita" más grande de unos tres centímetros de largo y quizá 10 o más de ancho, que jamás se hubiera dado en los yungas, la encontramos entre las plantaciones de coca, cuando secábamos las hojas en Los Yungas, a los pies del Huayna Potosí, un majestuoso cerro de la Cordillera de Los Andes donde nace el oro que va derramando de un modo bastante egoísta, de a poquito en todo el trayecto de las aguas.
Surgió una sincera amistad, de mi parte la admiración por el ejemplo de trabajo y esfuerzo que había ejercido a través de toda una vida. "Hoy en día no hay cocani (vendedor de hojas de coca) que no venda mi producto. La cosa que yo produzco está en todas partes. Estamos hablando de 1957.58 todavía lejos del auge de la cocaína que en Bolivia se dió a partir de 1975 durante el Gobierno de Bánzer. En verdad la coca se utilizaba en su 98% para el acullicu y la paceña era la más señalada, por no decir la única.
En efecto Humberto, el paralelismo de la coca con la plata es histórico, misterioso, inentrañable, pero también con el oro, como lo puedes ver. Sin duda te habrás topado con productores yungueños que siempre encuentran pepitas de oro, claro que ocasionalmente, pero se da la aleación natural, espontánea, enriquecedora. Don José María me invitó a su hogar, "llega usted a la plaza Isabel La Católica, observa el monumento a Sucre y en dirección de su espada que apunta a mi casa, llegará usted sin equivocarse". En efecto, estuve allí y me refirió curiosas historias de la coca, que reservo para algún momento. Entre nosotros, aunque por algunos pocos minutos Juan Gamarra, el médico a quién jamás tuve oportunidad de agradecerle porque me operó gratis, además, fue él mismo que tomó la iniciativa. Gracias a Juan Gamarra pude caminar con los pies derechos, corregida la anormalidad con la reducción de los calcáneos. Además gracias a su padre El Rey de la Coca don José María Gamarra pude conocer las primeras historias de las hojas de coca que de ser benditas y saludables se transforman en malditas y malechoras por el inmenso daño que causan a toda la humanidad.
Saludos Humberto y felicitaciones por tu gran artículo.
MIS BISABUELO ERA JOSE MARIA GAMARRA, PADRE DE MI ABUELA FILOMENA GAMARRA QUE SE CASO CON ALEJANDRO SILVA Y SE RADICARON EN TUCUMAN ARGENTINA.-
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