La movilización del Comité Cívico Potosinista (Comcipo), exigiendo
atención a un pliego de reivindicaciones regionales para su
departamento, se ha ido fortaleciendo con el transcurso de los días. En
efecto, la caminata, que partió de Potosí hace 12 días, comenzó con
apenas una decena de marchistas pero su número fue aumentando y ahora,
pese a su escasa repercusión en las redes nacionales, su vigor ya
resulta inocultable.
Pese a ello, el Gobierno ha
reiterado que sólo atenderá a los marchistas a través de los ministros,
los mismos que no pudieron convencer a los cívicos en las reuniones
realizadas en la Villa Imperial.
La protesta se
realiza cuando faltan horas para que el papa Francisco llegue el país.
Ese hecho le agrega otro ingrediente al conflicto potosino, porque es
muy probable que el intento de los marchistas de ingresar a la sede de
gobierno sea reprimido por las fuerzas policiales que se reforzaron para
brindar la mayor seguridad posible al máximo representante de la
Iglesia Católica.
Este panorama de incertidumbre
pudo haberse evitado si el Gobierno asumía una medida inteligente e iba
al encuentro de la marcha durante el fin de semana. Si el propio
Presidente del Estado llegaba hasta donde estaban los marchistas, cuanto
todavía eran pocos, y les invitaba a dialogar, ofreciéndoles
trasladarles hasta el Palacio Quemado, la caminata se hubiera diluido y
no estaríamos viviendo, ahora, este confuso panorama.
Lamentablemente, el Gobierno sacó a relucir una vez más su faceta de soberbia y prefirió dejar que la marcha potosina crezca.
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