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sábado, 4 de julio de 2015

el diario Los Tiempos publicó tiempo atrás la siguiente crónica de M. Aira que relata el rol de Internet, en el encuentro de su familia en Galicia, España desde donde emigró su padre Bernardino Aira primero a La Habana y luego a Potosí. parece cosa de magia, increíble y misterioso

“¿Qué relación tiene usted con Bernardino Aira?” preguntó María José en un mensaje de cuatro líneas que recibí en mayo pasado.
“Bernardino era mi padre” respondí y luego febrilmente intercambiamos mensajes durante algunas semanas. “Mirando viejos papeles de mis abuelos encontré una carta fechada el 20 de mayo de 1931 en Potosí, Bolivia. Busqué en Google y di con su casilla”. Se estaba produciendo el milagro de una comunicación que esperaba desde siempre.
Es que Internet con sus increíbles y simplemente maravillosas aplicaciones permite hasta lo imposible. Sus aplicaciones y usos superan toda imaginación. Recientemente para citar un ejemplo se ha puesto a la venta un teléfono que es toda una minicomputadora, la cámara incorporada permite fotografiar exactamente como un lente gran angular, es decir circularmente y luego de un golpe podemos apreciar todo el entorno plano, en materia de sonido, de reproducción, de archivo y clasificación ya nos quedamos sin respiración al escanear una tarjeta de visita que nos mostrará todos sus detalles en la sección respectiva, el nombre, el título, la dirección, una foto del titular completada por los detalles que están incorporados al e-mail y todo esto sucede en cuestión de segundos.

Retomo la reseña. A poco de recibir el texto de la carta de Bernardino enviada a Salgueiros, Monforte de Lemos en Galicia, reconocí el viejo membrete del bloc de papel impreso por Moisés Loayza, el mismo que de niño usaba para mis apuntes en el Colegio Franciscano de Potosí. Escaneado por María José Aira Pumar,  el primer manuscrito de mi padre que pude ver, pues él murió en Sucre cuando yo tenía 11 años,  me emocionó hasta las lágrimas. Las sorpresas irían en aumento. De su propia iniciativa MJAP buscó y encontró algunos días más tarde el Documento Bautismal de Bernardino nacido y bautizado el mismo día 22 de mayo de 1890. Su madre Josefa Guntiñas estuvo presente lo que muestra su fortaleza física de asistir a la pequeña capilla, a pocas horas de dar a luz, cuyas fotos, gracias de nuevo al Internet, pude recibir y contemplar la modestísima pila bautismal, una tosca piedra empotrada en una esquina. ¡Oh maravilla! Por este medio pude saber el segundo apellido de mi progenitor Bernardino Aira Guntiñas.
Saliendo del ajustado lenguaje periodístico de mi contacto con los lectores, me he permitido referir este episodio para animarles a confiar en la Red e indagar, por ejemplo, en el apasionante mundo familiar, conocer parientes, reencontrar a los amigos y los sitios que nos son más caros. De Galicia debería transportarme a mi natal Potosí que abandoné muy temprano e indagar con los compañeros del Franciscano, del nocturno Pichincha, del entorno familiar para conocer más de cerca a los parientes maternos a partir de Manuela Flores de Reyes, hasta cuando podamos peregrinar por calles y plazas de la Villa Imperial que están grabadas en la memoria infantil por el cotidiano recorrido por la Bustillos, la Bolívar, la Casa de la Moneda, la plaza 10 de noviembre, la Millares hasta topar con el Convento de San Francisco.
De las múltiples utilidades que nos brinda Internet sea en el ámbito estrictamente profesional como personal aprehendamos éste de la reconstrucción de la memoria, del rescate de amigos y lugares y utilizando redes sociales como Facebook, reunir uno por otro a nuestros seres queridos que están ahí como eslabones sueltos de una cadena extendida que nos permite ver en un solo cuadro el pasado y el presente de nuestra existencia.

El autor es periodista
www.boliviainfo.com mauricio.aira@comhem.se

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