Cuando el gobierno del MAS todavía daba sus primeros pasos en eso del “proceso de cambio”, se inauguró todo un nuevo estilo de relacionamiento entre el Presidente y los nueve departamentos del país luego de que el 6 de agosto de 2006, el entonces presidente de la República fuera muy mal recibido por mucha gente de Sucre que lo abucheó hasta sacarlo de sus casillas.
Se trata de una relación basada en la distribución de premios y castigos. Premios para los que den claras muestras de sumisión y castigos para los que no se sometan.
Chuquisaca fue el primer departamento en sufrir la ira, primero, y el largo rencor presidencial, después. “Se van a arrepentir”, dijo Morales amenazador al abandonar la ciudad que desafió su autoridad, y durante los siguientes cuatro años –hasta ahora– demostró que él nunca amenaza en vano.
En circunstancias muy diferentes y por causas también distintas, el turno de sufrir los métodos con los que el Gobierno castiga a los “enemigos” de antes y a los “traidores” de ahora parece haberle llegado a Potosí luego de pasar por Pando, Santa Cruz, Cochabamba y Tarija. En efecto, a la andanada de burlas que siguieron a los 19 días de paro cívico y bloqueo de caminos, ahora se ha sumado la decisión de excluir a ese departamento del plan de inversión de 100 millones de dólares para construir 19 aeropuertos a lo largo y ancho del territorio nacional, excepto en… Potosí, una de cuyas demandas es, precisamente, contar con un aeropuerto.
El mensaje parece suficientemente claro: No basta ser leales en las urnas, como lo fueron los potosinos. Hay que ser, además, sumisos y serviles. Y quien no esté dispuesto a serlo, individual o colectivamente, tendrá que atenerse a las consecuencias.
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